Villavicencio, Colombia.- El Papa Francisco se mostró sumamente conmovido después de escuchar en esta sureña ciudad colombiana, los testimonios de dos mujeres víctimas de la guerra, un exguerrillero de las FARC y una exintegrante de los grupos paramilitares.

Francisco escuchó los cuatro testimonios en el encuentro que sostuvo este viernes con más de seis mil víctimas de la guerra, lo que constituyó el acto que más conmovió al pontífice, quien subrayó “Tengo un dolor desgarrador. Estoy conmovido”.

De los cuatro testimonios, el más conmovedor por ser el reflejo del nivel que alcanzó la degradación de la guerra en 53 años, fue el de Pastora Mira García, católica, viuda y, en varias ocasiones, víctima de la violencia.

“Cuando tenía seis años, la guerrilla y los paramilitares no habían llegado todavía a mi pueblo: San Carlos, Antioquia, mi padre fue matado. Años más tarde, pude cuidar a su asesino, quien, en ese momento, se había enfermado, era ya anciano y estaba abandonado”, recordó Mira García.

“Cuando mi hija tenía solo dos meses, mataron a mi primer marido. En seguida, entré a trabajar en la inspección de policía, pero tuve que renunciar por las amenazas de la guerrilla y los paramilitares, que se habían instalado en la zona”, indicó.

La mujer señaló que con muchos esfuerzos puso una juguetería, pero la guerrilla empezó a cobrarle vacuna (extorsión), por lo que terminó regalando la mercancía.

“En 2001, los paramilitares desaparecieron a mi hija Sandra Paola; emprendí su búsqueda, pero encontré el cadáver sólo después de haberla llorado por siete años. Todo este sufrimiento me ha hecho más sensible al dolor ajeno y, a partir de 2004, trabajo con las familias de las víctimas de desaparición forzada y con los desplazados”, rememoró.

“¡Pero no todo estaba aún cumplido! En 2005, el Bloque Héroes de Granada, de los paramilitares, asesinó a Jorge Aníbal, mi hijo menor. Tres días después de haberlo sepultado, atendí, herido, a un jovencito y lo puse a descansar en la misma cama que había pertenecido a Jorge Aníbal”, indicó.

“Al salir de la casa, el joven vio sus fotos y reaccionó contándome que era uno de sus asesinos y cómo lo habían torturado antes de matarlo. Doy gracias a Dios que, con la ayuda de Mamita María, me dio la fuerza de servirle sin causarle daño, a pesar de mi indecible dolor”, recordó Mira García.

Indicó que ahora colocaba el dolor y sufrimiento de las miles de víctimas de Colombia a los pies de Jesús Crucificado “para que se una al suyo y, a través de la plegaria de Su Santidad, sea transformado en bendición y capacidad de perdón para romper el ciclo de violencia de las últimas cinco décadas en Colombia”.

“Como signo de esta ofrenda de dolor, depongo a los pies de la cruz de Bojayá la camisa que Sandra Paola, mi hija desaparecida, había regalado a Jorge Aníbal, el hijo que me mataron los paramilitares. La conservamos en familia como auspicio de que todo esto nunca más vaya a ocurrir y la paz triunfe en Colombia”, agregó.

“Dios transforme el corazón de quienes se niegan a creer que con Cristo todo puede cambiar y no tienen la esperanza de un país en paz y más solidario (…) Doy gracias a Dios por haber comprendido que ayudar a los demás no es tiempo perdido”, concluyó su relató que conmovió a Francisco, a los asistentes y a los millones de personas que siguieron el acto por televisión.

Los otros testimonios fueron los de una exintegrante de los grupos paramilitares, un excombatiente de la guerrilla, y una mujer víctima de las minas antipersonas.

El número de víctimas que dejó la guerra asciende a más de 7.5 millones de personas, por parte de los diferentes actores de la violencia.

“Gracias, Pastora, qué gran bien nos haces hoy a todos con el testimonio de tu vida. Es el crucificado de Bojayá quien te ha dado esa fuerza para perdonar y para amar, y para ayudarte a ver en la camisa que tu hija Sandra Paola regaló a tu hijo Jorge Aníbal, no sólo el recuerdo de sus muertes, sino la esperanza de que la paz triunfe definitivamente en Colombia”, indicó el Papa Francisco.

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