Con los pies descalzos, Alberto busca papeles para trabajar

Con los pies descalzos, Alberto busca papeles para trabajar

Después de recorrer tres mil 400 kilómetros desde Honduras y ser deportado a México, asegura que ya no intentará cruzar a los Estados Unidos mientras con lágrimas en los ojos recibe un par de zapatos

Nogales, Sonora. – La voz del hombre se quiebra…

El nudo en la garganta impide pronunciar palabras y los ojos se llenan de lágrimas.

Una larga travesía de más de tres mil 400 kilómetros lo llevó a Estados Unidos, pero no tuvo suerte. En los primeros días de pisar el suelo norteamericano fue localizado y deportado, y aunque José Alberto Melendez Mexivar agradece a Dios que no lo devolvieron a su País de origen, Honduras, busca cómo sobrevivir en esta frontera.

En una oficina aparentemente vacía, en donde muchos dicen que no se hace nada, ahí encontramos a Alberto.

Él acudió a este lugar para solicitar ayuda, sólo quiere arreglar documentos que le permitan trabajar de manera formal en esta frontera.

Con los pies descalzos, un pantaloncillo a media rodilla y una playera son las prendas que cubren su cuerpo.

El reportero de Noticias dPoder.com preguntó a Alberto si podía entrevistarlo y accedió.

“El motivo por el que salimos de nuestro país es la pobreza, la delincuencia y no hay trabajo, eso nos obliga a buscar refugio en otro país; México es un país muy grande y está apoyado por otros países y nuestro país no tiene esa ayuda”.

“Si pudiera arreglar papeles me quedaría en México, porque veo que se vive bien y tratan bien a las personas extranjeras”, asegura al ser cuestionado sobre sus intenciones de llegar a los Estados Unidos. “Porque miro que a diario deportan mucha gente ahí en migración y si Donald Trump no quiere a los mexicanos, como va a querer a personas de otros países”.

Con 50 años de edad, de oficio Herrero Soldador, asegura que su única intención es arreglar papeles que le permitan trabajar, pero en este lugar no sabe cómo.

“He ido a migración para ver si me dan un permiso para trabajar, pero no pudieron, vine aquí al Palacio a ver si me ayudaban y tampoco; entonces, como le vuelvo a repetir, yo arreglando mis papeles, yo conseguiría un buen trabajo, pero no sé cómo, de qué manera se puede uno… tener sus papeles aquí”.

“Aquí en Nogales tengo dos meses que llegué, me cruce a los Estados Unidos, pero me deportaron; le doy gracias a Dios que no me deportaron hasta Honduras, me deportaron aquí mismo, en Nogales, porque me dijeron –Te damos una oportunidad, ¿quieres irte para Honduras o quieres quedarte aquí?–, no dije, depórtenme para México mejor”.

Melendez Mexivar asegura que no ha pagado “pollero” o traficante de personas en su largo recorrido desde Honduras, también en su trayecto no recibió “ofertas” de grupos delictivos y considera que esto no sucedió en su caso porque es una persona apartada, evita los peligros.

Para llegar a esta frontera utilizó el tren, y no precisamente el de pasajeros. En el grupo asegura que si venían quinientas personas eran poquitos, pero no puede expresar de que cantidad son los grupos.

“Veníamos de Centro América, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Costa Rica y de todas partes”, dice.

La ruta está marcada, él como tantos transeúntes internacionales recorrió el corredor, entrando por la puerta Sur de México, el Estado de Chiapas (“Chapas”). Así recuerda que se detuvieron en Pijijiapan, de ahí llegaron a Veracruz para seguir hasta Puebla y así un largo recorrido.

Reconoce que en el camino aparecen personas que les decían –para donde vas, te cobro tanto–, “pero no, como no tengo ayuda de nadie yo me vine entre la bola”.

Por ahora, José Alberto asegura que ya no intentará cruzar a los Estados Unidos, y a pregunta expresa contestó: “Pues yo creo que no, porque si ya me deportarme una vez y me dieron la oportunidad de estar aquí en México, ya no. Si vuelvo a intentar cruzar y me vuelven a agarrar entonces voy a ir para Honduras y es muy difícil”.

Mientras Alberto asegura que ha buscado trabajo aquí, le impiden trabajar, porque a los lugares que ha ido le piden papeles y recomendación de los lugares donde ha trabajado.

Ente lágrimas y con un nudo en la garganta, en presencia de su benefactor expresa entrecortado, “me regaló unos zapatos y me regaló ropa… de los cuales yo no tengo…; pero es imposible detener el llanto, es imposible evitar la inundación de lágrimas en sus ojos, semi verdosos y el gesto humano, hace que el hombre se quiebre…

Las palabras de aliento que brinda este ser humano que le extiende la mano lo reconfortan y lo levantan de esa conmoción para seguir adelante.

— “Para eso estamos, para ayudarte… qué bueno que decidiste acercarte a esta área y la verdad que para mí es muy grato poder extenderle la mano a una persona que realmente necesita. Aquí vas a encontrar un amigo, siempre que necesites algo, aquí voy a estar para apoyarte.

— Doy gracias a Dios que estoy aquí presente y me tocó atenderte, para echarte la mano –, asegura el funcionario; mientras Alberto agradece el gesto humano que recibió.

“Gracias, porque yo no vine pidiendo dinero, únicamente vine pidiendo algo como yo trabajar”.

“Yo no vine pidiéndole dinero a él, ni nada, sino para ver si me ayudaba en dulces, algo para vender, pa´ no andar pidiendo porque me considero una persona fuerte todavía pa´ trabajar, me entiende, y es una vergüenza andar pidiendo”.

“No es lo mismo andar con un dulce, cómpreme un dulce, ayúdeme, que andar pidiendo”, asegura Melendez. “Entonces doy gracias a él, que Dios lo bendiga y gracias a todos ustedes”.

Mientras tanto, José Alberto asegura que preferiría un empleo formal, pero primeramente Dios…, por ahora no sabe cómo arreglar sus papeles.

Román Pineda / Noticias dPoder

 


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